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Descripción

WILLIAM SHAKESPEARE - RAFAEL MARTINEZ LAFUENTE
LAS ALEGRES COMADRES DE WINDSOR
Longseller S.A.

Páginas: 192
Formato: 11 x 17 cm
Peso: 0.2 kgs.
ISBN: 9789875507456
Estado: Nuevo

En ese heroísmo cómico del que la pluma de Shakespeare ha sabido imbuir a Las alegres comadres de Windsor, radica el enorme atractivo de Falstaff, gran antihéroe de esta comedia que se representa desde 1597. La comedia tiene sus sorpresas: casi nada escapa al juego de palabras, a menudo intraducible, producto de una especie de deliberada confusión de las lenguas. Una notable estructura narrativa caracteriza esta obra, en la que todos los elementos cooperan como los engranajes de un reloj. No solo los héroes de Shakespeare tienen personalidad, sino también todos los que los rodean. El ingenio verbal que el escritor despliega en esta obra sirve para destacar, una vez más, su formidable talento teatral. Nació el 23 de Abril de 1564 en Stratford-upon-Avon, Inglaterra Falleció el 23 de Abril de 1616 en Stratford-upon-Avon Vida y obras: Dramaturgo, poeta y actor inglés. Resulta imposible llevar a cabo una exposición completa de la vida del celebrado autor inglés, pues existen en torno a ella numerosas suposiciones y muy pocos datos comprobados, por lo que los conocimientos en torno a su infancia son escasos, y se cree que nació el 23 de abril de 1564 en Stratfordon Avon, convertida ahora en un museo shakesperiano. Tercero de los ocho hijos del comerciante John Shakespeare y de Mary Arden, cuya familia había sufrido persecuciones religiosas derivadas de su confesión católica. Probablemente estudió en la escuela de su localidad y, como primogénito varón, estaba destinado a suceder a su padre en los negocios, que fue concejal, traficaba en guantes, en cuero, en madera y en trigo, aunque tuvo que ponerse a trabajar en diversos oficios por la difícil situación económica que atravesaba su familia. En 1582 se casó con Anne Hathaway, que le daría dos hijos, Hamnet y Julia, y cinco años más tarde se radicó en Londres, lugar en el que optó por el oficio de actor. Así conoció la práctica de la escena antes de escribir para ella. La publicación de dos poemas eróticos según la moda de la época, Venus y Adonis (1593) y La violación de Lucrecia (1594), y de sus Sonetos (1609) le dieron la reputación de brillante poeta renacentista. Los Sonetos describen la devoción de un personaje que a menudo ha sido identificado con el propio poeta, hacia un atractivo joven cuya belleza y virtud admira, y hacia una oscura y misteriosa dama de la que el poeta está encaprichado. El joven se siente a su vez irresistiblemente atraído por la dama, con lo cual se cierra un triángulo, descrito por el poeta con una apasionada intensidad que, no obstante, no llega a alcanzar los extremos de sus tragedias, sino que, más bien, tiende al refinamiento en el análisis de los sentimientos de los personajes. Fue principalmente su actividad como dramaturgo lo que le dio fama en la época. En 1593 estrenó la Comedia de las equivocaciones (The Comedy of Errors, 1594) y pasó como autor a la compañía de lord Chamberlein, quien en 1603 recibió la protección real como The King's Magesty's Servants. Así entraría Shakespeare a actuar ante la corte, lo cual le permitió hacer cierta fortuna y comprar en Stratford una mansión a donde se trasladó su familia. Trabajó en el teatro del Globe y con el de Blackfriars. Sus obras divulgadas en forma póstuma por sus socios del Globe se conocen como First Folio y comprenden 18 títulos. Las obras publicadas sueltas se conocen como Quartos, también 18. Las 36 constituyen, en lo fundamental, las obras aceptadas como pertenecientes al autor y en las que se basa su reputación, aunque sus contemporáneos de mayor nivel cultural las rechazaron, por considerarlas, como al resto del teatro, tan sólo un vulgar entretenimiento. La introducción, en distintas proporciones, de elementos trágicos y cómicos para expresar amplios espectros de caracteres se convertiría en uno de los recursos favoritos del autor inglés. Aunque no se conoce con exactitud la fecha de composición de muchas de sus obras, su carrera literaria se suele dividir en cuatro etapas aproximativas, cuyas fechas están basados en que el autor extraía los temas de sus obras de crónicas de su tiempo, así como de cuentos y narraciones ya existentes, tal y como era costumbre en aquellos años. La primera etapa, que va de 1590 a 1594, está integrada por piezas históricas que, al contrario de lo que ocurrió con sus obras de madurez, poseían un alto grado de formalidad y, a menudo, resultaban un tanto predecibles y amaneradas, y comedias ligeras como Sueño de una noche de verano (1594), una obra plagada de fantasía en la que se entremezclan varios hilos argumentales centrados respectivamente en dos parejas de nobles amantes, en un grupo de despreocupados cómicos y en una serie de personajes pertenecientes al reino de las hadas, entre los que se encuentran Puck, el rey Oberón y la reina Titania. El prodigioso dominio de Shakespeare en la versificación le permitía distinguir a los personajes por el modo de hablar, amén de dotar a su lenguaje de una naturalidad casi coloquial. Sus primeras obras fueron cuatro dramas que tenían como trasfondo los enfrentamientos civiles en la Inglaterra del siglo XV, un estilo muy popular en la época. Estas cuatro obras, Enrique VI, Primera, Segunda y Tercera parte (hacia 1590-1592) y Ricardo III (hacia 1593), tratan de las consecuencias que para el país tuvo la falta de un liderazgo fuerte, debido al egoísmo de los políticos de la época. El ciclo se cierra con la muerte de Ricardo III y la subida al trono de Enrique VII, fundador de la dinastía Tudor, a la que pertenecía la reina Isabel. En cuanto a estilo y estructura, contienen numerosas referencias al teatro medieval y otras a las obras de los primeros dramaturgos isabelinos, en especial Cristopher Marlowe, a través de los cuales conoció las obras del dramaturgo clásico latino Séneca. Esta influencia, que se manifiesta en sus numerosas escenas sangrientas y en su lenguaje colorista y redundante, especialmente perceptible en Titus Andronicus (hacia 1594), una tragedia poblada de justas venganzas, que posee una puesta en escena muy detallista. En El mercader de Venecia (hacia 1596) aparecen retratadas las cualidades renacentistas de la amistad viril y el amor platónico que se oponen a la amarga falta de humanidad de un usurero llamado Shylock, cuyas desdichas terminan despertando la comprensión y la simpatía del público. La segunda etapa, hasta 1600, se caracteriza por el aliento lírico y la profundización en el perfil histórico de sus personajes y su significación. De esta etapa es Romeo y Julieta (1595), considerada la más renacentista de todas por recordar la novela sentimental del siglo XV, en la cual la tragedia se desarrolla a partir del protagonista. En la tercera, que culmina en 1608, aparecen las tragedias y obras más complejas, como Hamlet (1601), su obra más universal, va más allá de las otras tragedias centradas en la venganza, pues retrata de un modo escalofriante la mezcla de gloria y sordidez que caracteriza la naturaleza humana. Hamlet siente que vive en un mundo de engaños y corrupción, sentimiento que le viene confirmado por el asesinato de su padre y la sensualidad desenfrenada de su madre. Estas revelaciones le conducen a un estado en el que los momentos de angustia e indecisión se atropellan con frenéticas actuaciones, situación cuyas profundas razones continúan hoy siendo motivo de distintas interpretaciones. Otras obras importantes de esta etapa son Julio César (1600), Otelo (1602), El rey Lear (1605), Macbeth (1606), Antonio y Cleopatra (1606) y Coriolano (1608). De la cuarta se destaca La tempestad (1613). El rey Lear describe las consecuencias de la irresponsabilidad y los errores de juicio de Lear, dominador de la antigua Bretaña, y de su consejero, el duque de Gloucester. El trágico final llega como resultado de entregar el poder al hijo malvado y no al bondadoso. Como contrapunto, la hija, Cordelia, pone de manifiesto un amor capaz de redimir el mal por el bien, pero ella muere en un final sobrecogedor. La idea de que el mal se destruye a sí mismo, sin embargo, se ve reforzada por el funesto destino de las hermanas de Cordelia y del oportunista hijo del duque de Gloucester. Antonio y Cleopatra, otra de las grandes tragedias, se centra en la pasión del general romano Marco Antonio por Cleopatra, reina de Egipto, glorificada por algunos de los versos más sensuales de toda la producción shakespeariana. Macbeth, en cambio, describe el proceso de un hombre esencialmente bueno que, influido por otros y debido también a un defecto de su propia naturaleza, sucumbe a la ambición y llega hasta el asesinato. A lo largo de la obra, Macbeth, por obtener y, más tarde, retener el trono de Escocia, va perdiendo su humanidad hasta llegar al punto de cometer todo tipo de imperdonables actos. En sus últimas obras, a partir de 1608, Shakespeare cambia de registro y entra en el género de la tragicomedia, a menudo con un final feliz en el que se entrevé la posibilidad de la reconciliación, como sucede en Pericles (1608). Shakespeare publicó en vida tan sólo 16 de las obras que se le atribuyen; por ello, algunas de ellas posiblemente se hubieran perdido de no publicarse, pocos años después de la muerte del poeta, el First Folio, volumen recopilatorio que serviría de base para todas las ediciones posteriores. De su obra en conjunto es posible señalar que es en las tragedias donde obtiene una mayor efectividad teatral y una mayor visión totalizadora de los diversos tipos humanos que ofrece la realidad, siendo Macbeth donde estos logros se hacen más palpables. En Hamlet penetra en sus personajes hasta el punto de que éstos rebasan su propio acontecer dramático, hecho que redunda en que para algunos estudiosos ésta sea su obra más característica. Sin embargo, todo intento de establecer un orden cualitativo resulta relativo ante obras como Otelo, El rey Lear o La tempestad , puesto que las nuevas lecturas las han ido cargando de posibilidades significativas que demuestran su carácter de verdaderas obras maestras de la literatura universal. Hacia 1613, William Shakespeare dejó de escribir y se retiró a su localidad natal, donde adquirió una casa conocida como New Place, mientras invertía en bienes inmuebles de Londres la fortuna que había conseguido amasar. Murió el 23 de abril de 1616 y fue enterrado en la iglesia de Stratford. Por esas mismas fechas murió Cervantes en Madrid, aunque es muy probable que ninguno de los dos oyera hablar del otro.